15.3.24

Conocimiento fractal versus conocimiento sedimentario

 

Este breve artículo forma parte esencial de mis creencias, de las conclusiones que he ido alcanzando a lo largo de los años. Como lo son también este, este, este, este, este, este, esteeste, este, este, este y este.

Con el advenimiento de los LLM, la nueva vuelta de tuerca de la IA no general, que, sinceramente, son bastante entretenidas de usar (la ilustración de la izquierda es de una de ellas, con la que he tenido que estar hablando un rato para que me generase una imagen medio razonable), se pone de nuevo sobre la mesa la cuestión de la intuición versus razonamiento y la más importante aún de cómo se alcanza la verdad o, al menos, el conocimiento.

Una creencia (nunca mejor usada esta palabra) muy común es que se alcanza el conocimiento mediante la experiencia repetida a lo largo del tiempo. Por poner un ejemplo muy claro: si todas las mañanas sale el sol a pesar de que cada noche se pone, uno llega a la conclusión de que el sol aparece todos los días, que nunca dejará de aparecer y que tendremos muchas horas de luz aseguradas para siempre. La mayor parte de la gente considerará que la aparición del sol por el horizonte de Levante cada mañana es un conocimiento asegurado, una verdad. Bueno, en realidad no lo es. 

Hace cientos de años muchas culturas sacrificaban personas, les arrancaban el corazón, con tal de asegurarse que el sol siguiese brillando en el cielo, así que no estaban muy seguros. Eso es por que creían en misticismos sin sentido, dirán algunos. Bueno... la cercanía de alguna otra estrella puede afectar al funcionamiento de las órbitas, parece que ya ha pasado alguna vez. Una perturbación mayor podría cambiarlo todo. A fin de cuentas la Luna, que también vemos cada noche en el cielo, se va alejando lentamente de nosotros a ritmo de 4 centímetros al año. Nada es permanente. Puede que los aztecas tuviesen algo de razón al temer que el sol no resurgiera tras el invierno.

El acto de aceptar que algo es verdad porque parece ocurrir muchas veces se llama inducción. Y en realidad no demuestra nada. Por mucho que a lo largo de tu vida solo hayas visto cisnes blancos, no impide a la maldita realidad contener cisnes negros. El hecho que la mayoría de los mamíferos sean no voladores, no impide que existan los murciélagos. El razonamiento inductivo solo nos sirve para plantear modelos, imaginar las explicaciones probables como hace el método científico.

El procedimiento del método científico (lo tenéis a la izquierda), propone las siguientes fases:

  1. Enfrentarse a un misterio.
  2. Observarlo con detenimiento.
  3. INVENTARSE una hipótesis, un modelo de cómo funciona esa cosa misteriosa.
  4. Buscar qué pruebas podrían demostrar que tal hipótesis es falsa. Si no puedes encontrar una prueba que pueda demostrar que el modelo es incorrecto, tienes que descartar la explicación y empezar de nuevo.
  5. Realizar todas las pruebas posibles, hasta encontrar una que demuestre que estás equivocado o quedarte sin ideas.
  6. Revisar con compañeros y mucho cuidado las pruebas que has hecho.
  7. Aceptar el modelo que has hecho como LA MEJOR EXPLICACIÓN QUE SE TE HA OCURRIDO.
Véase que he dicho: INVENTARSE una explicación y LA MEJOR EXPLICACIÓN QUE SE TE HA OCURRIDO. No he dicho, la realidad, ni la verdad, ni nada parecido. Porque la ciencia NO PROPORCIONA VERDADES. El método científico no puede decirte qué es correcto. Solo puede descartar lo que es incorrecto. Solo te permite descartar explicaciones que se contradicen con la realidad experimental. Luego, ya llegaremos los ingenieros, asumiremos que lo que no han descartado los científicos es la verdad y construiremos aviones con eso. Pero eso no es porque hayan alcanzado la verdad, sino porque los ingenieros somos unos atrevidos de narices.

¿Cómo que el conocimiento científico no es la verdad? No lo es. Es lo menos falso que hemos podido encontrar hasta la fecha. Como en el copo de nieve de Koch, si coges un punto cualquiera del plano no puedes decir si forma parte de la curva de Koch (necesitarías un tiempo infinito dibujando triángulos), pero sí que puedes concluir, en muchos casos, que NO está dentro en ella (por ejemplo todos los puntos DENTRO del triángulo inicial no pueden estar en la curva, porque esta solo crece 'hacia fuera').

El método científico funciona parecido. No puede decirte que algo sea la verdad, solo puede decirte que hasta el momento no se ha encontrado que sea falso. Por eso el conocimiento científico empiezo a llamarlo últimamente conocimiento fractal: es lo que nos queda a medida que vamos recortando espacios de falsedad.

¿Es la única clase de conocimiento que manejamos? La verdad es que no: está el tautológico (que en este caso sí que se trata de verdades absolutas, pero que no nos dicen nada de la realidad) y el que últimamente estoy llamando sedimentario. ¿Qué diablos es el conocimiento sedimentario? Pues empecemos con el método científico. Como he dicho antes una de las fases del mismo es:

Revisar con compañeros y mucho cuidado las pruebas que has hecho.

A esta parte se la suele llamar 'revisión por pares' (no de dos en dos, :), sino de gente que está al mismo nivel). La idea es que cuando estás ya muy convencido de tus conclusiones lo sacas al mundo (¡¡lo regalas, mierda que locura de socialistas, estos malditos científicos regalando conocimiento!!) para que vengan todos los pejigueras del planeta a tocarte las narices y decirte en qué te has equivocado. Es una parte esencial del avance de la ciencia. Para simplificar la labor de los trolls el artículo que publicas con tus conclusiones tiene que ser detallado y repleto de referencias a todas la fuentes de información que has usado en tus conclusiones, hipótesis y experimentos, tienes que mostrar en los hombros de qué gigante te has subido.

Vale, la gente del método científico hace eso, comparte información y llena los artículos de referencias. Por desgracia, en los tiempos modernos, la carrera de un científico depende de este procedimiento, de forma que tendrá más o menos éxito según, no ya de las posibles verdades que haya encontrado, sino del número de otros artículos que lo señalen a él como uno de los gigantes sobre cuyos hombros merece la pena subirse.

Eso en realidad es un disparate, pero es como están ahora mismo las cosas.

¿Y aquello que no puede probarse en un laboratorio? La respuesta es simple y la he dicho antes: si no puedes rechazar una hipótesis mediante una prueba no puedes decir ni siquiera si es falsa, por lo tanto ni es una hipótesis ni es nada, no es científica y como decía Wittgenstein en el Tractatus logico-philosophicus.

Sobre lo que no se puede hablar hay que callar.

Pero no lo hacemos. Ojalá, pero no. En lugar de eso la gente que trata con cosas que ni son medibles, adopta la misma medida de éxito: si mucha gente referencia mis escritos, mis opiniones y creencias, mis explicaciones, entonces será que tengo razón. Es lo que llamo conocimiento sedimentario: la idea de que si mucha piensa que alguien tiene razón y lo argumenta con pilas y pilas de estratos de documentos diciendo que tiene razón, será que es verdad. Una verdad sedimentada por capas y capas de creencias compartidas.

No tienen ninguna manera de demostrar que esto eso sea 'real', y, sin embargo, ahí están imponiendo sus creencia por el simple peso de la tradición. En el fondo es el 'es que siempre se ha hecho así' o aún peor, 'es que es intuitivo'. ¡Leches fritas! Siempre me he rebelado ante el principio de autoridad. Desde mi más tierna infancia siempre que alguien me ha dicho 'esto es así', inmediatamente he preguntado '¿Por qué?' y si la respuesta no me convencía he ignorado a tal persona y me he puesto a investigar por mí mismo.

Mucha gente acepta las cosas simplemente porque parecen 'intuitivas', pero la intuición no es nada mágico, la intuición no es más que el razonamiento por inducción, transformado en carne. No es más que nuestras redes neuronales blanditas entrenadas por nuestra experiencia vital. Los LLM que seguramente ya habéis probado son intuición codificada en bits y ya veis como van. La intuición no tiene porqué estar en lo cierto, frecuentemente no lo está y de hecho la ciencia se ha encontrado con muchas realidades contraintuitivas que, de momento, no ha logrado demostrar que sean falsas.

Pues de la misma forma que no deberíamos fiarnos de la intuición para perseguir la verdad, tampoco deberíamos aceptar nada del conocimiento sedimentario. NADA. Lo que de nuevo me lleva a mi lema:

Aunque en los números no esté la verdad, sin números no hay ninguna verdad.

Sin experimentos realizables, cualquier cosa que os digan, por muchos estratos de documentos que sabios bien intencionados del pasado hayan puesto bajo esa afirmación, no es más que una opinión

Y, la verdad, hay mucho conocimiento sedimentario, lamentablemente, en las teorías narrativas: como  las afirmaciones de Aristóteles o de Campbell. Consideradlas como lo que son: opiniones de sabios del pasado que puede que tengan razón, o puede que no. 

Mirad ese 'conocimiento' a la cara y creéoslo solo si os convence a vosotros.




14.3.24

La escolomancia de Naomi Novik

El año pasado leí un par de libros de Naomi Novik: un cuento oscuro (que me regalaron por navidad) y un mundo helado

El primero, un cuento oscuro, me pareció flojillo. Siendo sincero el comienzo me gustó mucho, pero a medida que se me fue haciendo más evidente que se trataba de una suerte de retelling de la bella y la bestia, y que él, en concreto, parecía un calco a nivel de personalidad de la bestia más sosa de todas (la de Disney), fui perdiendo el interés. Cuando el libro cambia drásticamente al viajar la protagonista a la corte (y empezar ella a transformarse en Mary Sue), mi interés se precipitó a las profundidades de la indiferencia.

Tras esa decepción pregunté si ese libro era lo mejor de la Novik (me habían estado hablando mucho de la Escolomancia) y la opinión mayoritaria fue que Un mundo helado era seguramente lo mejor de la autora. Lo compré y, sí, sin duda es muy superior. 

Un mundo helado me parece un libro fascinante, que juega con tres personajes, tres narradores y dos mundos, para hablar de la violencia masculina sobre las mujeres, la sumisión del género femenino que de una manera u otra intenta la masculinidad no solo tóxica sin gañán provocar. Cada una de las tres protagonistas es de una extracción social diferente, tienen visiones del mundo y de lo que pueden aspirar diferentes, lenguajes diferentes y soluciones diferentes. Sin embargo, el libro habla, en las tres historias, del mismo problema. Además logra entrecruzar las tres historias magistralmente a la vez que juega con la coexistencia de los dos mundos en escenas que da gusto leer. Todo es fascinante en este libro, excepto el final, que es muy flojo.

La cualidad más potente de esta autora es la facilidad, la agilidad, con la que se lee su prosa. Aún no sé a qué se debe esta cualidad, pero es innegable. Sus libros se leen como si bebieses agua incluso cuando se pone más poética o rebuscada. Su defecto principal es que se le dan fatal los finales, o para ser más específico, los clímax. Tras llevarnos de la mano por toda la historia de manera fácil y agradable, cuando llega el enfrentamiento final, sea de la naturaleza que sea, la Novik se vuelve confusa y a menudo decepcionante. Creo que la propia autora es consciente y intenta reducir el clímax a la mínima expresión. Lo retrasa lo que puede y luego salta por encima si puede permitírselo.

Lo mismo pasa con los tres libros de la Escolomancia. La prosa muy legible de la autora está presente de forma indudable en estas mil doscientas páginas. Los personajes son más o menos creíbles (aunque la protagonista se vuelve Mary Sue en el segundo libro y lo es de forma demasiado palpable en el tercero). El trasfondo es muy interesante, de hecho es lo más interesante de todo. 

Detengámonos un momento en él.

El mundo de la Escolomancia, parte de unos principios muy similares a los presentados en el juego de rol Mago: La ascención de Mundo de tinieblas. Es decir, la idea de que la realidad es según cree la mayoría de las personas que es. De forma que los magos se dedican a hacer creer a la población (y al universo en general), que las cosas con como les apetece que sean y si lo logran entonces las cosas se tornan así. A esos principios se añaden los de racionalidad/irracionalidad del Aquelarre de Ricard Ibañez. De forma que cuando los mundanos (los no magos) están presentes imponen su no-creencia en la magia y los hechizos se vuelven imposibles o complicados de realizar, y los monstruos se vuelven animales normales y corrientes. Pero lo más interesante, para mí, es que la Novik tiene la inteligencia de mostrar las conclusiones del Planeta prohibido: la idea de que si proporcionas a una mente normal un poder ilimitado, entonces su subconsciente, sus temores, sus anhelos inconfesables, se tornarán reales y nos matarán a todos.

Cuando la magia no se torna un trasunto de ciencia (con sus reglas absurdas, como en los libros de la Rowling, los de Rothfuss o los de Sanderson), sino que se mantienen como consecuencia del poder de la voluntad del mago, la conclusión de que el horror está a la vuelta de la esquina es casi ineludible. La Novik en la Escolomancia muestra todo eso de manera clara y maravillosa. El mundo se vuelve horrible porque los hechiceros lo vuelven horrible, y lo hacen con la mejor intención todo el tiempo o por miedo. Cuando tus deseos pueden hacerse realidad lo hacen y regresan a devorarte por las noches.

Durante el primer libro la autora se recrea en ese horror. Te muestra un internado en el que los niños magos intentan sobrevivir sin supervisión adulta mientras una incontable legión de monstruos intenta matarlos. Ella insiste que la situación no es la de El señor de las moscas, pero lo es y no sé como no podría serlo. Mola, aunque cansa un poco tanto horror. Al ochenta por ciento del libro, cuando parece que todo se va a quedar en una larguísima presentación del mundo y de los personajes, la autora mete el acelerador, muestra un conflicto más claro y... lo resuelve en un plis, porque,  como he dicho, parece que odia enfrentarse a los clímax. Entonces plantea un cliff hanger que, la verdad, te deja con buen sabor de boca.

El segundo libro se me hizo muy pesado. Es básicamente una película de esas de instituto americano centrado en la chica impopular, que coquetea con la maldad de las populares y finalmente sale victoriosa cuando se desvela su auténtico potencial. Mucha política de instituto de peli americana y poco más. Como en el anterior libro justo al ochenta por ciento se desvela el conflicto real y se resuelve de una manera que ya se podía adivinar al principio del libro. 

El tercer libro es muy diferente y, para mí, peor. En este libro la autora intenta resolver todos los misterios con los que ha ido salpicando la saga, le da un sentido concreto a todo lo que pasa y proporciona hasta tres clímax que podrían ser conclusión de la saga. Los tres cortos, demasiado 'Deus ex machina' para mi gusto y que, sobre todo el último, saben a poco.

Uno de los problemas que le veo a la saga es que creo que la autora podría escribir incluso buena ciencia ficción de novum, pero se queda a medias. Parece más que capaz de asomarse a las tenebrosas profundidades de la conclusión lógica de una magia volitiva desatada: el horror del enfrentamiento de nuestras tinieblas, el abrazo tenebroso de la sombra de Ged. Pero en lugar de eso intenta (y desde mi punto de vista fracasa) mantener la idea de que su saga es fantasía urbana y que por lo tanto la magia es la excepción y que el mundo mundano, debe permanecer exactamente como lo vemos por la ventana. Necesita encontrar una explicación de porqué todo sigue igual a pesar de estar desatando poderes cósmicos de enorme magnitud. Y en ese trasunto, los conceptos se ponen zancadillas a sí mismos, tartamudean sus explicaciones y acaban contradiciéndose. 

Un ejemplo: la explicación de porqué hacen lo que hacen para crear los enclaves es que hace falta una mente única para hacerlo y, sin embargo, en dos de los clímax del tercer libro se muestra claramente cómo logran hacerlo gracias al esfuerzo colectivo. Desde el primer momento se dice que el maná (el bueno, el que no se roba) procede del esfuerzo, pero a menudo en el libro se indica que proviene del malestar y del sufrimiento (la propia narradora dice que ha logrado generar más maná haciendo calceta porque odia hacerla). A ratos sugiere que en los enclaves, con la concentración de magos, el maná se multiplica a niveles astronómicos y al mismo tiempo sugiere que el maná de esos enclaves siempre es robado. Finalmente, los hechiceros pueden cambiar la realidad parece que casi a voluntad, y sin embargo el dinero real sigue siendo importante (¿y eso?). Al mismo tiempo se dice que se pueden establecer lugares fuera del mundo para habitar en ellos y unas páginas más allá se indica que los enclaves solo pueden sacar espacio robándolo de la realidad (¿en qué quedamos?

En fin, un montón de inconsistencias que solo se entienden bien aceptando como realidad la religión que entiendo que empieza a ser la dominante en el país de residencia de la autora: el pensamiento positivo liberal. La idea de que si deseas y te esfuerzas logras cualquier cosa, aunque el dinero es absolutamente real y no una invención del sistema. Esa creencia cuadra bien con el maná que fluye con el esfuerzo, al tiempo que sigue habiendo élites ricas y muchedumbres pobres como ratas.
 

23.2.24

Un poco de placer lector. Cita con Rama.

Llevo todo el comienzo del año sufriendo decepciones lectoras. He leído desde novelas de los tres géneros hasta clásicos muy reconocidos del s.XX e incluso del s.XIX, y abandonando muchas de esas lecturas, en la mayor parte de los casos por aburrimiento. Mis dos intentos de lecturas de ciencia ficción, han sido decepcionantes por motivos diferentes: una porque resultó ser fantasía (tenéis un artículo sobre ello) y la segunda porque era más bien una historia de supervivientes de un apocalipsis (uno original, al menos), muy cercana al género de zombis. Iba tocando volver a alguno de los clásicos de la ciencia ficción, para darme un respiro en mi frustración, y me he decidido por Cita con Rama.

A Arthur C. Clarke no le he leído casi nada. No tengo muy claro porqué, tal vez porque mi experiencia con alguno de sus cuentos más famosos me resultó decepcionante en su momento, cuando los leí hace más de treinta años. Me parecieron muy flojos en comparación con los relatos de Asimov o Pohl. Tal vez, porque tengo muchos problemas con las leyes que llevan su nombre, en particular con la tercera que me parece no solo falsa, sino problemática por lo mucho que la aprecian los autores de cienciasía. No. Apreciarla es decir poco. Los autores de cienciasía la adoran, les da la justificación para escribir los desastres que escriben y les ayuda a que no se les caiga la cara de vergüenza. Sea cual sea la razón llevo casi cuarenta año postergando la lectura de la trilogía de Rama. Ya iba siendo hora de hacerlo.

La primera novela de la trilogía, Cita con Rama, fue publicada en 1972, es decir cuando yo tenía dos años, puede que uno, y lo ganó... en fin, todo, en los años siguientes. Es por lo tanto cinco años anterior al magnífico Pórtico, de Pohl, tres a Los desposeídos, de K. LeGuin; aunque posterior al estreno de 2001, la película por la que más se conoce el trabajo del autor. Es algo posterior a los pronósticos del Club de Roma, y se adelanto por un poco a la primera crisis energética del planeta, que el dicho club había predicho. Estamos en cualquier caso en ese contexto de primera consciencia fehaciente de los límites del crecimiento humano, que luego será tan visitado en la obra de Pohl. La obra que hoy tratamos aún se sustenta en el tecnooptimismo de crecimiento infinito de los cincuenta, pero ya anuncia algunos destellos del pesimismo de obras como Pórtico, sin zambullirse en el nihilismo punk que acabará cristalizando en el ciberpunk, de los años ochenta. Creo que sería una obra muy adecuada para estas generaciones de lectores jóvenes que parece que buscan mensajes positivos (desde mi punto de vista erróneamente), en las nuevas obras, imagino que cansados de haber nacido en una época en la que el desastre parece ya inevitable.

Debido al esmero que el autor pone en el realismo científico, la obra no ha envejecido mal, aunque peca de optimismo en cuanto a la exploración y colonización espacial, y resulta naïf en cuanto al tratamiento de los problemas de los límites del crecimiento humano. Es sorprendente que hable de que están intentando mantener la población mundial por debajo de los mil millones cuando ya en la época e la publicación de la obra rondaban los cuatro mil millones. Como siempre la obra fracasa al no imaginar los massmedia de nuestra época (internet, redes sociales y demás) o posteriores, la evolución de las corporaciones internacionales y demás detalles 'feos' de nuestra realidad, pero por lo demás se siente aún bastante creíble.

Me sorprende, y preocupa, que una obra tan cuidadosa en lo científico les quite a los astronautas sus escafandras. ¿Por qué esa manía en poner en peligro a las tripulaciones exponiéndolas a un aire alienígena de un millón de años? Es un asunto que se repite demasiado. Casi todas las series de televisión acaban cayendo en lo mismo e incluso los autores más serios de novela de CF también. ¡Dejad las escafandras puestas! Incluso cuando el interior de Rama despierta y se verifica su naturaleza biológica los integrantes de la expedición siguen respirando el aire de allá dentro.

También se apunta un novum muy difícil de creer (la acción sin reacción), por mucho que los tecnobobos, digo, los tecnooptimistas insistan una y otra vez en buscarlo como los idiotas que intentan construir las máquinas de movimiento perpetuo. En cualquier caso, ese novum, no es el principal que es simplemente la existencia de una nave intergaláctica.

A cambio tiene detalles buenísimos, como el hecho de que todos los astronautas estén esterilizados para evitar que la radiación del espacio provoque el nacimiento de bebés deformes o mutados y sus gametos están preservados por congelación.

Un placer disfrutar de un poco de lectura de ciencia ficción dura, aunque esté un poco envejecida y aunque haya un mucho de 'contar' en lugar de 'mostrar' de ese que ahora parece inaceptable para muchos lectores y editoriales (que, sin embargo, aceptan las tonterías de la cienciasía, como la detestable 'el problema de los tres cuerpos', sin pestañear).

Muy recomendable.

22.1.24

¿Tres historias, una historia o ninguna historia?

 

He leído estas últimas semanas un libro y medio de la trilogía de la Tierra fragmentada. Lo que, a tenor de lo que he leído, es como la mitad de un libro muy grueso que forma la trilogía en su conjunto, porque, sinceramente, el primer libro no me ha funcionado como obra independiente. Luego explicaré porqué.

Me recomendaron esta obra como ciencia ficción (la trilogía ganó tres años consecutivos los Hugo), compré el primer libro hace bastantes años y tras leer la primera escena me sentí estafado y lo abandoné. La clasificación del primer libro como ciencia ficción es simplemente incorrecta. No sé si de la trilogía completa, ya que no la he terminado ni creo que la termine nunca. La entrada de la wikipedia en español se debate entre calificar el primer libro de ciencia ficción o no  y usa expresiones tan absurdas como 'ciencia ficción fantástica'. La entrada de la wikipedia en inglés la llama science fantasy, que podría ser tanto fantaciencia como cienciasía (aunque esta obra concreta no se ajusta a ninguna de mis dos definiciones).

Por mucho que se quiera invocar la ley de Clark (el rollo ese de la tecnología indistinguible de la magia) con la que no estoy de acuerdo como ya dije en algún post anterior, si intento ver lo descrito en el libro como una tecnología remotísima (tendría que ser muy remoto ya que la idea misma de manipular la corteza de un planeta hasta el nivel de activar o desactivar volcanes tiene una escala tan brutal, que los niveles de energía involucrados son casi impensables y dejarían en ridículo al generador que muestra la película el Planeta prohibido), la cosa tampoco cuadra con la ciencia ya que se dice que 'extraen energía' del calor para transformarlo en energía mecánica (en cantidad absurda), lo que no solo tiene la dificultad de la escala sino que viola la segunda ley de la termodinámica al transforma energía de alta entropía en resultados ordenados de baja entropía (Para ver una novela de fantasía que intenta respecta la conservación de la energía y respetar la segunda ley de la termodinámica, es mejor leer 'El nombre del viento', que tampoco es ciencia ficción, pero al menos procura no ignorar la segunda ley).

Personalmente me parece que el primer libro es fantasía y aceptablemente buena. Toda la obra relata mediante lenguaje mineral y geológico. No hay elfos, ni enanos ni dragones, ni discurre en un entorno medieval, lo que es muy de agradecer.  Se muestra un escenario postapocalíptico en una fase muy posterior de la crisis inicial, lo que tampoco es nada frecuente y esa fase no es un rollo a lo Conan ni a lo Princesa de Venus, lo que también es de agradecer. La autora hace un gran esfuerzo en dibujarnos una especie de futuro de la humanidad y de nuestro planeta, después de que éste se haya vuelto tectónicamente inestable. Un escenario en el que los 'eventos de extinción', se producen de forma aleatoria y repetitiva (a la manera de 'El crisol del tiempo' una de mis novelas de ciencia ficción favoritas). 

El escenario de la supervivencia de la civilización y la especie en un escenario imposible, es fascinante. Otra novela que lo explora aceptablemente bien aunque peca muchísimo de optimista es Seveneves, la obra que he mencionado antes es más creíble y tiene la ventaja de que sus protagonistas no son humanos. El problema es que la autora se debate claramente entre abrazar la ciencia ficción de verdad y empezar a ofrecernos resultados lógicos pero inesperados de un escenario así, y la necesidad de mantenerse en una sociedad reconocible para los géneros que maneja (es decir la fantasía). Para mí no logra ninguna de las dos cosas. 

Echo de menos la religiosidad en un escenario tan cruel. No me creo que la humanidad no monte mil religiones organizadas para explicar el desastre en el que viven. Echo de menos (tras los miles de años de desastres que dicen haber vivido así) las transformaciones sociales radicales, los reservorios genéticos, los cultivos submarinos, las ciudades flotantes/sumergibles, el canibalismo aceptado de forma convencional, el avance hacia una sociedad de hormiguero en la que se ponga muy en duda (o se descarte totalmente) el valor de cada individuo particular y muchas otras cosas que se me antojan inevitables en el escenario que pinta la autora. 

También me extraña mucho que la autora (racializada ella misma), dedique tanto esfuerzo y texto a las diferencias entre las supuestas diversas razas que viven su mundo. Al tiempo, a pesar de que todo el rato está sugiriendo que sus personajes investidos de poder obtienen sus capacidades por ventajas genéticas, no acaba de decidirse a ir en dirección al rollo nazi de Dune con castas separadas y un programa de selección genética humana estandarizada y centralizada. 

Y, en general, hay muchos detalles que no me cuadran, tales como que dejen a dos poderosos mutantes orogenéticos campar a sus anchas sin que los acompañe en su viaje todo el tiempo algunos de los poderosos 'guardianes'.

En general me parece que se trata de una obra de fantasía bastante original a la que merece la pena echar un vistazo, pero que no está del todo pulida (sé que es duro decir eso de una obra que ganó tres Hugos seguidos), que, sorprendentemente, no tiene conflicto central (supongo que la trilogía completa sí, pero el libro y medio que he leído no, no sé a qué se enfrentan los personajes ni qué persiguen), pero lo peor es que la autora parece dudar todo el tiempo de la calidad de lo que está escribiendo, de la potencia de su escenario (como si no fuese dramático a niveles colosales) y se empeña en lanzar escenas demasiado forzadas y detalles (como unas ballenas que pasan por ahí y sin buscarlo ni beberlo acaban congeladas) destinado aparentemente a darle más 'dramatismo' a todo.

Dadle una oportunidad, creo que a mucha gente les ha gustado esta trilogía, y si os pasa como a mí y no conseguís creérosla, pues abandonadla como abandonaríais un resort turístico tras el aviso de sumani.

17.1.24

El tercer portalillo de Baldur. Mi peor experiencia de juego RPG hasta la fecha.

 

Sé que soy un tanto raro en muchas cosas, pero mi falta de sintonía con el sentir general respecto al BG3 aún me tiene sorprendido. Escribo este artículo en el blog porque necesito sacármelo de encima y ver si alguien comprende mi punto de vista o simplemente estoy para encerrar.

No me he comprado este juego, me lo han regalado por mi cumpleaños. No me lo compré porque la pinta de los personajes en las pocas fotos y videos que se iban cruzando en mis redes sociales me echaba para atrás. Demasiado monos, demasiado bien vestidos y demasiado bordado y fruslería para que no fuesen a ser niños ricos o pijos que iba a odiar. Resulta que no son eso, es mucho peor. Además el estudio que lo ha creado, Larian, no es de mi rollo. He intentado jugar los Divinity y en ninguno de esos juegos he pasado de los pocos minutos de juego. En general los personajes de esos juegos no me atraían, la interfaz de juego me parece un incordio y el diseñador narrativo se sube demasiado rápido a lo que nosotros llamamos en las partidas lo 'megablástico': dioses, demonios y toda clase de espíritus interviniendo en cada esquina, como si los personajes fuesen el ombligo del mundo.

El hecho de que todos los Baldur son, bueno, D&D, tampoco es que me incitase a meterme en ese embolado. A dragones le debemos los juegos de rol y no puedo estar más agradecido a Gygax y compañía. Tengo algunos de los libros de AD&D original, casi todo de la edición 2.5 que salió en España y libros sueltos de las varias ediciones posteriores que uso como inspiración para mis propias campañas. Les tengo cariño, pero tras unos pocos años de sufrir su extravagante sistema de niveles, arquetipos, las mil limitaciones que impone a la narración (y que atraen a los munchkins como miel a las moscas) y las escenas más propias de anime más exagerado que a algo creíble; en el 92, hace ya más de treinta años, abandonamos los sistemas cercanos a d20 y nos pasamos a algo más cercano a los de BRP que fuerzan a los jugadores a pensar más, más profundamente y encarar las situaciones de forma más creíble.

En fin, que todo presagiaba que la experiencia de BG3 no iba a ser buena, pero dado que todo el mundo canta alabanzas cuando lo recibí como regalo me decidí a darle más de una oportunidad. Le he dado cinco. El problema principal no es que el sistema de juego sea el D&D actual (que si se parece realmente a lo que el juego muestra es aún más difícil de creer y más cercano a la lógica del videojuego que el 2.5), ni la incomodidad al sistema de interacción de Larian que me obliga a girar constantemente la cámara de forma manual y que mueve a los personajes por dónde le da la gana incluso aunque es evidente que se van a dañar pasando por ahí. El problema es la historia.

Empecemos por los personajes. El primero que te encuentras es una invasora alienígena supremacista que considera que el resto de las especies existentes deberían lamerle la botas y que preocuparse por cualquiera que no sea ella misma o su gente es ser imbécil. El tipo de compañeros que jamás admitiría en mi grupo de juego, o incluso, en mi mesa de director. Dos salidas así del jugador y hago lo posible para que no vuelva a las sesiones. La tipa en cuestión no solo no aprende a base de indirectas sino que además llegado en momento en el que su propia gente demuestra que son unos capullos solo reacciona para salvar su propio pellejo. Es despreciable, pero uno de los problemas es que comparado con el resto de los candidatos que el juego te ofrece como compañeros este personaje es de los menos malos. Al menos es íntegra en sus creencias equivocadas y ridículas.

El segundo personaje es una sacerdotisa de una diosa maligna, que adecuadamente a su fe se ha prestado voluntariamente a quedarse sin memoria y que carga con un objeto que el primer personaje considera que pertenece a los suyos, un objeto que os va a librar de muchos problemas insuperables, pero que os va a meter en muchos más algo menos insuperables. Este personaje está claramente diseñado para que resulte agradable, reacciona positivamente cuando haces algo compasivo (lo que no entiendo dado que es una sacerdotisa de una diosa de la pérdida, la oscuridad y los secretos). La cosa es que cuando empiezan a desvelarse un poco sus recuerdos perdidos te das cuenta de que la han manipulado y que en realidad es solo idiota. Hay varios idiotas en el grupo empezando por el jugador que carga con ellos. El juego, eso sí, está pensado para que cargues con esta tipa sí o sí, ya que su 'poder' básico es fundamental para casi todo (aunque al menos ofrece una alternativa con un objeto que hace lo mismo y que puedes encontrar en un rincón del mapa).

El tercer personaje que me encontré en mi primer intento (aunque puede ser el cuarto si haces otro recorrido) es este tipejo despreciable que hay a la izquierda. Me cayó mal desde antes de conocerlo y es uno de los que más dibujos de fans acapara. Es un elfo, afectado y tonto'laba, que encima es vampiro. Casi nada. Todo el que me conoce un poco sabe que considero que el único vampiro bueno es el que se ha transformado en cenizas y que la única escena que de verdad disfruté de la película de 'Entrevista con el vampiro' es cuando condenan a dos de ellos y las incineran poniéndolas bajo el sol. Me pasé el resto de la peli esperando ver morir a todos los demás, pero no pasó. El juego, por supuesto, hace lo posible para que te caiga bien, te de lastimica y si eso no fuese suficiente, te pone al comienzo mismo un dungeon que contiene el personaje secundario más útil de todos, un lich que puede resucitar a tus muertos. Por supuesto el dungeon está plagado de trampas y de puertas cerradísimas, y el único pícaro disponible es el capullo de pelo blanco, así que otro monstruo más para el circo.

Luego tenemos al hechicero que se come tus objetos mágicos porque sufre, pobrecillo, una maldición. El tipo cae bien, aplaude las buenas acciones y en general, aunque, como todos, es muy resabidillo y petulante a ratos, es soportable.... hasta que descubres a qué se debe la maldición te llevas las manos a la cabeza y te das cuenta de que no solo es imbécil, sino que en el fondo es el peor de todos, un loco peligroso e irresponsable a más no poder. En fin, Gale, en las últimas partidas he decidido dejarte en el fondo del agujero y creo que es lo más razonable por el bien del mundo. En fin, una pena porque tampoco es que haya otro hechicero disponible (a no ser que tu mismo hagas el tuyo) y dado la insana cantidad de daño que hacen la mayor parte de los enemigos, luchar contra ellos sin la artillería que representa un mago de dragones se hace muy cuesta arriba.

Hay un par de tipos más que puedes reclutar: una bárbara que no parece muy buena gente, pero no he explorado lo suficiente su historia para descubrir como de mala gente es, de momento parece solo el típico bárbaro descerebrado y un dracónido que parece ser que es de lo peor. Bueno y alguno más, más adelante, pero no he soportado el juego tanto rato.

El juego se recrea en el mal, ignora la posibilidad de resolver las situaciones mediante colaboración y ni siquiera da opciones de diálogo para hacerlo así. Pongamos algún ejemplo: justo al lado del campamento inicial hay un nido de arpías, cuya presencia es simple de conocer dado que, aunque ellas parecen capaces de volverse invisibles por un tiempo ilimitado (menudas hechiceras avanzadas), su nido sí que está visibles desde un montón de rincones del mapa. El jefe de un grupo de ladronzuelos niños manda a uno de los suyos a robar 'el oro de las arpías' (o sea que no es que sea un secreto) y, por supuesto, a no ser que seas muy cuidadoso y tengas bastante potra el niño se muere. ¿El juego da alguna opción de alertar a los adultos? Claro que no. Las ardillas se quejan de lo que toca una chica que está justo al lado por que no le 'rima exactamente' la canción, pero ningún animal dice nada de las arpías. No hay forma de reclutar a un refugiado, o a la susodicha juglar, ni a ninguno de los druidas (ni siquiera los pocos bien intencionados que hay) para ir a ese rincón del mapa y decirles: ey, mira, un nido de arpías, ¿qué tal si hacemos algo? Y una vez que logras, de milagro, salvar al crío que se van a comer, bajas al recinto oculto de los niños ladrones, el rescatado te da un poema (ok, vale) y ¿puedes echarle una bronca al jefe inconsciente que lo ha mandado a morir? No, claro que no. Eso sí, el juego sí te da la opción de darle dinero para que comience su carrera de gangster malvado y, dado lo que ha hecho con su compañero, sicópata.

En una de las partidas, cansado ya de que todo el mundo fuese malvado y depravado en el juego, empecé con un enano guerrero destroyer y con mucha paciencia y planificación reventé a todos los goblins, sus jefes y sus colaboradores. No quedó nada con vida. Rescaté al druida jefe, que estuvo luchando con nosotros un rato y que prometió que se pasaría por mi campamento cuando terminásemos. El tipo es un tanto engreído (todos los son en este juego), pero al menos parecía estar luchando por defender su arboleda y a los refugiados, así que me alegré y pensé que podría contar con alguien aceptable en mi grupo de aventuras. Por supuesto no es así, el tipo se une a tu campamento, pero solo para dar un par de consejos y nada más, no se digna a salir del campamento, no combate ni ayuda, ni nada. Para colmo de males cuando exploras un poco cómo acabó en el campamento goblin descubres que tenían intereses particulares y egoístas. En fin, deplorable.

Yo lo siento pero detesto el escenario, a los personajes y en general todas las elecciones que el diseñador narrativo me ofrece, que además comete pecados como la muerte súbita, la elección falsa y la elección a ciegas todo el rato. Por poner un ejemplo: el juego comienza en la nave de los mindflayer y te ofrece una dantesca escena en donde (incluso con tiradas) te exige decidir si salvas o matas a un devorador de intelectos, uno de los bichos más absurdos que he encontrado en el compendio de monstruos de D&D. En diversas partidas (y con mucho asco) he optado por todas las opciones posibles: salvarlo, salvarlo pero mutilarlo o matarlo. Como digo el juego se recrea en la escena y según tus elecciones incluso te pide tiradas (lo que refuerza la idea de su importancia) cuando resulta que se trata de una FALSA ELECCIÓN. Escoger una cosa u otra es COMPLETAMENTE IRRELEVANTE, la batalla inicial se puede resolver con facilidad independientemente de lo que hagas, y cuando vuelves a encontrarte a esas aberraciones con patas vas a combatir contra ellas hagas lo que hagas, así que no, no puedes acabar teniendo una de esas cosas como mascota, apoyo o lo que quieras imaginar. Es una falsa elección, algo que no debería incluirse en un buen diseño narrativo. Y el juego está repleto a rebosar de estas falsas elecciones. Te dan un montón de detalles de elecciones irrelevantes y luego te obligan a escoger entre opciones transcendentales de verdad sin tener ni idea de los antecedentes o de las consecuencias que esa elección va a tener (elección a ciegas, otro de los pecados capitales de la buena narrativa interactiva).

Al final del día (literalmente), parece que lo único que le importase al juego y a su director narrativo es con cuál de los monstruos que has ido recogiendo por ahí prefieres irte a la cama. 

Si comparo este juego con la experiencia que tuve con el Dragon Age: Origins (también oscuro y tal) o Skyrim (donde puedes hacerte un ladrón-asesino-caníbal-vampiro), la diferencia es clara. Estos juegos los disfruté porque podía escoger entre hacer algo compasivo o no, impulsivo o meditado, benévolo o malévolo, mientras que el BG3 parece que siempre se recrea en la oscuridad y procura castigar con desprecio las buenas acciones.

Me hace recordar al fixup 'La compañía amable' publicada por Cerbero y que se vendía como un canto a la amistad. La cosa es que de tanto querer incondicionalmente a sus amigas las protagonistas sacrifican a un bebé para salvar a una de ellas y acaban provocando un apocalipsis diabólico en una ciudad. En fin que son inmorales y un problema a erradicar del mundo en el que viven. Igual que los personajes de este juego.

Tal vez debería iniciar una partida de nuevo, intentar matar yo mismo a mis compañeros de viaje y luego saltar a una de las fosas que el diseñador a puesto por todas partes. Probablemente sea lo más bondadoso que se puede elegir. 

En definitiva que yo no recomiendo este juego, pero seguramente es una paranoia mía, porque todo el mundo parece estar disfrutándolo.


15.1.24

Fixup: un formato del futuro próximo y del pasado remoto

Cortázar decía en sus entrevistas y en sus cursos que la diferencia entre el cuento y la novela consiste en que el primero tiene forma esférica y la segunda, arborescente.

El cuento contiene en su centro un tema único y todo lo que hay en él (cómo el decía: desde la primera palabra hasta la última) existe en función de ese núcleo, sirve no solo para expresarlo, sino también para reforzarlo y como cámara de resonancia. El cuento es una luz láser que se reafirma a sí misma en una única y perfecta frecuencia pura. No lo podemos considerar acabado y pulido hasta que no parece sobrarle nada ni faltarle nada.

La novela de cierta manera es lo contrario: si bien tiene también un tema central, una columna vertebral que la sustenta y le da sentido, debe perseguir mostrar todos los aspectos posibles de ese concepto, los diversos puntos de vistas posibles, toda la gama de grises, la paleta completa de significados que surgen (o delimitan) el núcleo central. La novela es como la luz iridiscente y múltiple que surge de un diamante tallado. Ampliar un cuento puede romper su esencia mientras que recortarlo suele mejorarlo. Ampliar una novela solo añade matices extra, puede enriquecerla si no se rellena con paja o lastre. Reducirla puede limitar su alcance.

El cuento es la forma primigenia de narrativa humana. Es corto, se reafirma a sí mismo y normalmente se recuerda con facilidad. Se transforma así en un medio para transmitir el supuesto sentido común o los tabús absurdos de una cultura. La novela, sin embargo, no surge hasta épocas mucho más recientes de la mano de personas con tiempo, recursos e ilustración necesaria como para recorrer parsimoniosamente las sutilezas de alguna idea o principio. Las novelas han sido desde su nacimiento largas (véase las dimensiones de El Quijote), y aunque, por suerte, las hay más manejables, han seguido creciendo a medida que el tiempo y las exigencias de los lectores, cada vez más cultos, han aumentado. Las novelas se han vuelto tan enormes que se transforman en sagas de miles de páginas divididas en docenas de tomos que requieren para leerlas la parsimonia y el tiempo que se han necesitado para escribirlas.

La extorsión constante del sistema productivo, unida al surgimiento de los medios digitales de comunicación y expresión, que proporcionan una oferta ilimitada de entretenimiento, así como un bombardeo constante de información o propaganda, nos hace sospechar que la novela debería ir declinando en el futuro y que daría paso al resurgimiento del cuento como sustento narrativo principal. Y, aunque el cuento es maravilloso, es unifocal, y un autor que quiera recorrer los múltiples posibles aspectos de un tema o una problemática, sentirá que se queda corto, maniqueísta. Podemos temer que el mundo se vuelva aún más extremista en sus opiniones al menguar la longitud de sus expresiones narrativas. ¿Cómo podríamos mostrar la pluralidad de respuestas posibles a las preguntas importantes en un formato rápido, ágil, que se ajuste a nuestros tiempos de atención subdividida hasta dimensiones nanométricas sin perder potencia ni calidad literaria?

Una posible respuesta es el fixup. 

¿Qué es el fixup?

El fixup es una forma de agrupación de cuentos (en algunos artículos se habla de una forma de novela, yo no estoy de acuerdo) que difiere de una antología corriente en que contiene elementos comunes que relacionan los relatos, proporcionando continuidad y haciendo que el conjunto sea superior en impacto a cada uno de ellos por separado.

Ejemplos claros y habitualmente mencionados de fixup son Yo, robot, de Isaac Asimov y Crónicas marcianas, de Bradbury. En ambos casos muchos de los relatos habían sido escritos e incluso publicados por separados en revistas del género. Es decir, los relatos funcionaban como obras independientes; sin embargo, al unirlas e hilarlas adecuadamente, elevan aún más el impacto final en el lector. En el caso de la obra de Bradbury el autor introduce pequeños interludios entre los cuentos de un nivel más lírico que hacen avanzar la trama y conforman un marco temporal, le dan un sentido histórico. El caso de Yo, robot es para mí aún más paradigmático ya que el autor sitúa en la primera página las tres leyes de la robótica, añade después una pequeña introducción histórica del nacimiento de los robots, para, inmediatamente, con el primer cuento, poner al lector en duda sobre el funcionamiento de estas. Cuando el lector ha entendido la aparente paradoja del primer cuento y la ha integrado en el funcionamiento de las leyes, Asimov, presenta un nuevo caso aún más sofisticado de aparente violación y así continúa y continúa a lo largo de todo el fixup, logrando que el lector acabe por entender la extrema dificultad que implica obtener el resultado moral esperado de las tres leyes mediante la aplicación de estas y el sorprendente alcance que tienen.

Es fácil encontrar la enorme lista de fixup que existen haciendo una rápida búsqueda en internet o leyendo la entrada de la Wikipedia.

¿Solo se usa el fixup en ciencia ficción?

Aunque la ciencia ficción es un género que agradece mucho el fixup y de dónde surge su nombre, en realidad hay muchos ejemplos en la fantasía e incluso fuera de los géneros de lo imaginario. No voy a referirme ya a los mundos compartidos que tienen algunos escritores de terror (Lovecraft y sus amigos, cuyo conjunto global de cuentos casi parece un fixup mastodóntico), ya que un mundo compartido no tiene exactamente la función de explorar desde diversos prismas un tema central ni están unidos ni pulidos para reforzar un concepto (aunque podríamos pensarlo así: ¿no es acaso todo el asunto de los Mitos una exploración del miedo a la otredad?). Pero baste con mencionar el maravilloso fixup Gente que ríe, de Laura Chivite que usando como hilo central la vida de un personaje contada de forma invertida (desde su final hacia su principio), permite a la autora trazar reflexiones sobre la vida de las personas, lo que importa y lo que no mientras se divierte y divierte al lector escribiendo cuentos con toda clase de artefactos y formatos, desde el falso manual de instrucciones hasta la falsa obra de teatro.

¿Es esto una modernez?

Pues más bien es lo contrario. El fixup es un retorno a las bases ya que, ¿qué son las historias artúricas (cuando se novelan) o las novelas de caballería o los mitos creacionales de todas las culturas o las eddas nórdicas o el Mahabhárata o el Rāmāyaṇa sino extensos conjuntos de cuentos unidos por un escenario y unos personajes comunes? ¿Qué son sino fixup? Como se ha dicho unos cuantos párrafos más arriba el cuento es probablemente la primera expresión narrativa de la humanidad y cuando las culturas los recuperan de la tradición oral, los ordenan y los clasifican el resultado más natural y primigenio no es otra cosa que el fixup.

Así que recuperad las tradiciones más antiguas de nuestros ancestros y dadles forma a vuestras historias hilvanando un hermoso collar de piedras de muchos colores.

Buscad la unidad temática en la potencial diversidad formal del fixup.


31.12.23

Clases del maestro

 

Termino el año con mi segunda lectura de cinco estrellas.

Para ser mi autor favorito llegué a Cortázar muy tarde. No lo tuve entre mis manos hasta que trabajaba, sumido completamente en mi vida corporativa. Resulta extraño dado que leí Pedro Páramo o Cien años de soledad en el instituto y muchas más obras que se podrían encuadrar dentro del realismo mágico sudamericano durante mi estancia en la universidad. Resulta raro sobre todo porque el realismo mágico me gusta mucho y durante algunos años, los últimos de la carrera, estuve leyendo todo lo que pude encontrar de esos autores así como a Borges y otros autores próximos. Incluso estuve buscando y leyendo en ese tiempo a cuentistas de la región anteriores cronológicamente. Sin embargo, Cortázar no llegó a mí hasta que me prestaron uno de sus libros en la oficina.

Recuerdo que la primera antología de cuentos que leí incluía el cuento El perseguidor y que me impactó mucho. No. No lo he expresado adecuadamente. Ese cuento concreto me sacudió profundamente, le dio la vuelta a algunos conceptos importantes en mi mente y su lectura puedo calificarla como catarsis, de hito muy relevante en mi biografía personal. Este cuento larguísimo me hizo reflexionar largamente sobre el concepto de perfección y la inutilidad de perseguirla. Tras leer la historia de Johnny Carter no tuve más remedio que postrarme a los pies del maestro y rendirle pleitesía leyendo todo lo que he podido conseguir a lo largo de los años y casi nunca (excepto por algún cuento temprano de terror, que, como siempre, me ha dejado indiferente) me he sentido decepcionado.

Esta transcripción de unas clases que dio en Berkeley en 1980 (fecha en la que yo, con menos de diez años, andaba perdido en reflexiones sobre la religión, buscando una fe y alcanzando mi fuerte convicción sobre la inexistencia de dios; vivencias que recuerdo vagamente) contiene muchos de las afirmaciones que le he escuchado en otras entrevistas y artículos, incluyendo sus explicaciones de las diferencias entre novela y cuento que ya he mencionado alguna que otra vez, así como se percibe como el cuento que he mencionado fue para él un relevante punto de inflexión en la escritura.

Da gusto escuchar a Cortázar decir que la imitación de aquello que admiras raramente va a generar una obra que persista en la memoria, por mucho que inspirarse en ellos sea razonable o incluso admirable. Yo pienso de forma similar: prefiero mil veces una historia pobre pero personal de alguien, siempre que haya salido de sus entrañas, que un retelling o un fanfic por fascinante o bien escrito que esté. Creo que no hay que copiar, sino devorar, digerir lentamente tus textos favoritos hasta hacer propios a tus maestros y vomitar así tu propia mierda en lugar de apoyarse tanto en el perfume sublime del pasado.

Da gusto escucharle decir que por mucho que le guste divertirse escribiendo o jugar con las historias, el exceso de restricciones técnicas (tipo evitar una vocal en toda una novela o fijar de forma rígida unas reglas arbitrarias) por lo general matarán la intensidad de una obra y seguramente le restarán capacidad para impactar, para dejar una huella persistente en el lector. A mí me interesan las obras cortas creadas como retos, como ejercicios, pero cuando estos planteamientos se transforman en lo importante, en lo central de una obra, también me parece que se trata solo de 'circo', de un 'más difícil todavía' que me interesa mucho menos que un autor que sinceramente intenta expresar lo que lleva dentro. 

Da gusto escuchar cómo le contesta a uno de sus alumnos norteamericanos cuando le pregunta si escribe para un determinado tipo de lector (algo que puedes encontrar en muchos videos y tutoriales como un elemento fundamental para tener éxito en todo esto de escribir: todo ese rollo de 'conoce a tu lector') que él escribe solo pensando en que no escribe solo para él mismo y que si el escritor piensa demasiado en el lector para el que escribe entonces se autolimita o incluso se autocensura. Da gusta escucharlo cuando me han llegado a decir personas a las que aprecio cosas como que no existe eso llamado 'autocensura'.

En definitiva merece y mucho escuchar al maestro cuando habla de literatura, aunque la parte política, que ocupa demasiado parte de estas clases e incluso de la parte final de su obra, haya quedado en casi todo desfasada después de más de cuarenta años.